Según las mutuas, a raíz del COVID las bajas laborales se han disparado de forma espectacular
Dentro del gran aumento de bajas en España, las más frecuentes son por contingencia común y dentro de este grupo el verdadero coladero son las bajas psicológicas: estoy triste, me da ansiedad ir a trabajar…, parece haberse dibujado todo un carrusel de dificultades psicológicas a nivel nacional antes inédito. Las bajas laborales por trastornos mentales se disparan un 66% en cinco años y según publicaba ABC (2024) los procesos de más de un año se desbocan y aumentan un 300% en un lustro.
Volviendo un poco atrás, las personas se iban de la empresa y punto, pero ahora es más fácil coger una baja. En un principio puedes estar cobrando un tiempo y posponer durante “incluso años” la decisión de irte o no de la empresa.
Como si se tratara de un efecto fascinador, la mentalidad ha cambiado radicalmente; debemos admitir que ya no hay ni rastro de aquella generación de posguerra que nos dejó en la octava economía del mundo y que no sabía lo que era ir a un gimnasio porque ya hacía deporte cogiendo alpacas a las 3 de la mañana y después criaban a cinco hijos.
De otra mano, sabemos que las mutuas están en números rojos y en estado de alerta, sin ser realismo mágico, las mutuas con casi el mismo dinero deben cubrir el doble de trabajo. La gente de a pie, no suele saber cómo funcionan las Mutuas y piensan que el dinero sale de tales instituciones, pero dando puntada al desgarrón hay que decir que, en realidad, el dinero sale de lo público, es decir, usted lo paga.
Antes la gente incluso sentía vergüenza al cogerse una baja, ante una falta moral había culpa, dicho de forma clara, estaba mal visto, pero hoy te amenazan con coger la baja si les molestas, otros simplemente aprovechando la baja se van de vacaciones como epsilones en un mundo feliz. Lo que está claro es que el nuevo héroe, es la víctima.
A esto se suman los médicos que después del COVID te dan la baja casi a la primera de cambio y te puedes dedicar felizmente a cuidar las macetas aunque no entra en mis propósitos adivinar lo que hace la gente. Algunos incluso te dan la baja por teléfono, y no te vuelven a ver hasta dentro de “por ejemplo” un mes, quiero decir que a veces incluso el seguimiento de las bajas es simplemente telefónico
Pero el gran cambio social es que el médico ya no es tan protagonista de la evaluación a la hora de dar la baja, es el paciente quien ahora exige y pide tanto la baja como del alta.
Sin duda estamos ante un síntoma social, no se quiere trabajar.
En la obra del edificio de al lado de donde vivo, los trabajadores me contaron, que el gruista no fue a trabajar porque le dijo a su médico que estaba “triste” y obviamente el médico de cabecera le dio la baja psicológica, pero al no ir a trabajar el gruista, tampoco podían realizar su labor otras 60 personas, era una verdadera ruina para el empresario, ¡pero claro! El gruista estaba triste.
Los inspectores deberían inspeccionar “no a las empresas”, sino a los cientos de trabajadores que piden esas bajas a todas luces excesivas para que no paguen justos por pecadores -me comentaba indignado el jefe de obra-. Una solución idealmente sencilla.
En fin, desde luego ya no se valora la excelencia ni cosas así, tenemos fundamentos para suponer que si mezclas el aumento de los derechos del trabajador con el ensalzamiento continuo de la cultura de la víctima tienes como cóctel una avalancha de bajas laborales.