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La España de Bismarck

La España de Bismarck
 

A primera vista los lectores se quedarán algo confusos con este título. ¿Qué tendrá que ver el tal Bismarck con España? Más de uno pensará que se trata de una raza de perro. 

Y no va errado en demasía, Bismarck era el perro guardián de las esencias prusianas a las órdenes de su emperador, el káiser Guillermo II. Derrotó al otro Napoleón, el tercero, en la guerra franco-prusiana de 1870, en la que ya estaban, en los respectivos bandos, las potencias europeas que  mucho después la liaron en lo que se llamó la Primera Guerra Mundial. Y no fue tal pues sólo registró la participación de partes del Imperio Británico ultramarino, Australia, quedándose fuera casi toda Asia y como siempre el subcontinente hispano-americano. Y nuestra España tampoco se implicó. 

En aquellos tiempos las naciones estaban muy ocupadas en consolidar sus territorios — algunos ajenos — y por eso sólo entraron en guerra la Santa Alianza, los Imperios austro–húngaro y alemán y el Grand Entente, compuesto por Rusia imperial, Francia imperial y el Imperio británico. También Serbia y al final los EEUU. Italia estaba en pleno proceso garibaldino de unificación y España en plena revolución liberal y republicana. Esta guerra, y su paz, permitió el surgimiento de dos potencias europeas, Alemania e Italia. En el primer caso incorporó la paz a territorios hasta entonces franceses, Alsacia y Lorena,  polacos, entre ellos el corredor de Danzig y daneses, Schlesswig-Holstein. Este latrocinios sería una de las causas de la subsiguiente guerras mundiales.

Pero esto no va de historia universal, sino más bien de la de nuestra sufrida piel de toro. Pero antes retornemos a la acertada opinión de Bismarck a propósito de España.

España, decía Bismarck, es la nación más fuerte del mundo….llevan los españoles cinco siglos intentando destruirla y no lo consiguen. Bueno, los españoles con la ayudita de algún que otro imperio rival, según necesidades del momento. Estos imperios en su plena expansión inmisericorde y explotadora forjaron el cuento de la leyenda negra, que aún colea en este nuevo milenio, aunque esa leyenda es un acto de propaganda, agiprop en suma.Sin remontarnos a tiempos pretéritos remotos quiero glosar algunos episodios nacionales que refuerzan la opinión del esclarecido alemán que, como todos los gorrinos, tuvo su San Martín en 1898.

Y empiezo con el siglo más ominoso de nuestra historia, el XIX, con permiso del actual XXI

Con el destronamiento y exilio de Carlos IV y tras el vergonzante episodio del motín de Aranjuez, que destituye a un Godoy traidor y a su vez traicionado por Napoleón, España se enfrenta a la invasión— consentida por Godoy— de las tropas francesas para atacar a Portugal y repartirla entre los aliados del emperador francés. Estamos en 1808 y comenzamos la vergonzosa imposición del reino del terror napoleónico que sitúa como regente en Madrid a su hermano apodado Pepe Botella. La sublevación del 2 de mayo en Madrid ejemplifica el suceso y da lugar al inicio de la Guerra de Independencia. El resultante desgobierno, con la primera constitución de Europa, la Pepa, aprobada en 1812 por las Cortes de Cádiz, único territorio nacional no ocupado por los franceses, nos va a llevar a un caos político, económico y colonial que no resuelve la restauración del Príncipe Fernando como rey en 1814. Los liberales de Cádiz son perseguidos y tratados como rebeldes y los que pueden se exilian a Francia. Se impone de nuevo la monarquía absoluta.

Pero esta no dura más que unos pocos años, hasta 1820, cuando comienza el trienio liberal: se restaura la constitución de 1812, cuestión sancionada por Fernando VII, que permanece como rey, y se pone en marcha la primera de las desamortizaciones del siglo de los bienes eclesiásticos y de mayorazgo, es decir, se trata de una monarquía constitucional de corte liberal, en teoría. Periodo convulso este que acaba con una guerra civil en 1822-23, la nueva invasión francesa de los 100.000 hijos de San Luis, apoyada por la Santa Alianza, Rusia, Austria y Prusia,  y otra guerra de resistencia del pueblo español. Los liberales se llevan al rey a la fuerza a Cádiz y las tropas francesas lo liberan, dando lugar a un nuevo régimen monárquico absoluto y a la infame década ominosa (1823-1833), de suspensión de libertades, exilios, desmanes políticos y violencia de Estado.

Tras la muerte del “peor” rey de España en 1833 hereda el trono la infanta Isabel, de 3 años de edad, no sin la encarnizada oposición de muchos realistas que esgrimen la ley sálica para encumbrar a su candidato Carlos, hermano del rey finado. Comienza un periodo de regencias de moderados o liberales con tres guerras carlistas, desamortizaciones desgraciadas, inestabilidad política e independencia de la mayor parte de las provincias de ultramar, las llamadas colonias de la leyenda negra. Estos infaustos tiempos culminan con la “revolución Gloriosa” de 1868 y el exilio de la reina Isabel a Francia.

El omnipotente Prim, una suerte de Bolaños

Tras dos años de revueltas y anarquía, el omnipotente Prim, una especie de Bolaños de nuestros días, tiene la brillante idea de restaurar una monarquía con el italiano Amadeo de Saboya al frente, un monarca débil al gusto de la oligarquía política de entonces. El tal Amadeo dura poco ya que abdica tras dos años, un vez perpetrado el asesinato de Prim, y hace mutis por el foro. Sobreviene otra idea nefasta e inadecuada para España, la Primera República. Un fracaso estrepitoso que obliga a restaurar la monarquía borbónica en la cabeza de Alfonso XII, a la sazón exiliado en Biarritz. Gobiernan con muy poca fortuna conservadores y liberales, con los Sagasta, Castelar, Cánovas, etc., predominantemente los conservadores hasta la muerte de Alfonso XII. Alfonso XIII hereda pero gobierna su madre  hasta 1902. Siguen alternando liberales y conservadores, el periodo que Larra describe como de cesantías a porrillo en sus artículos y novelas, ya que todos los funcionarios eran cesados al cambiar el gobierno, lo que fue harto frecuente e ineficiente. España está endeudada hasta las muelas y se negocian sucesivos affidávit con los prestamistas externos, algo ya habitual desde los tiempos de Felipe II.

Bajo Alfonso XIII no obstante la patria se da un respiro, sobre todo durante la Primera Guerra Mundial, pues su neutralidad le produce pingües beneficios de balanza de pagos,

Y así tras el desastre del 98 con las consuetudinarias trampas de los inventores de las leyendas negras, en este caso la explosión intencionada del crucero Maine anclado en La Habana, España  entra en guerra con los EE.UU y pierde las últimas joyas de la corona imperial, Cuba, Filipinas, Puerto Rico y las islas Marianas, una época aciaga como pocas que rememora el decenio negro Fernandino.  La generación literaria del 98 clama por la regeneración.

Bajo Alfonso XIII no obstante la patria se da un respiro, sobre todo durante la Primera Guerra Mundial, pues su neutralidad le produce pingües beneficios de balanza de pagos, suponiendo un empuje industrial, especialmente en Cataluña. Aunque poco iba a durar ese progreso al entrar en una desastrosa guerra colonial en el Rif, el protectorado  de Marruecos compartido con Francia. Se suceden eventos convulsos tanto fuera como dentro de España, con la hegemonía de gobiernos dictatoriales en Europa, con el nacimiento del fascismo en Italia y la social democracia y el comunismo en otros países, mientras que en nuestra sufrida piel de toro se instala la Dictadura de Primo de Rivera con la connivencia del propio rey. Este periodo trae cierto orden y progreso económico al país, con una política de obras públicas y libertad de empresa que es la cara amable de las represión dictatorial. A la dictadura, que finaliza según lo prometido por Primo en 1929, sucede el crack depresivo financiero de Wall Street que pone fin a la bonanza, durante la cual España se había convertido en potencia de industria automovilística y de aviación — el lujoso Hispano-Suiza o la hazaña del Plus Ultra al volar a Buenos Aires sin escalas. Fin de los años felices de los veinte.

España entra en una vorágine política sin precedentes tras la victoria municipal de la Izquierda en 1931, el exilio de Alfonso XIII y la instauración de la Segunda República

España entra en una vorágine política sin precedentes tras la victoria municipal de la Izquierda en 1931, el exilio de Alfonso XIII y la instauración de la Segunda República: un quinquenio de desorden, caos, regresión económica, asesinatos y matanzas y, finalmente, tras el tramposo Frente Popular capitaneado por el socialista Largo Caballero en las elecciones de febrero, el golpe de Estado de Franco en julio de 1936. El gobierno republicano había desplegado una política de asesinatos de católicos y gentes de derechas, sobre todo eclesiásticos, que culmina con el de Calvo Sotelo y que determina la rebelión de los generales. Un millón de muertos y destrucción del país es el balance de la resultante guerra civil de 1936-39. Mientras, el vergonzoso Pacto de Munich y la invasión alemana de Polonia ordenada por Hitler desencadenan la Segunda Guerra Mundial. España sufre pero prevalece a pesar de embargos y condenas gracias a la solidaridad argentina y en 1953 el amigo americano del norte riega el jardín peninsular de préstamos y suministros y apadrina el acceso de España a la ONU. La paz y la mejoría de relaciones internacionales, amen del plan de Estabilización de 1959 y la llegada del turismo en la siguiente década, producen tal efecto en nuestro país que este alcanza la tasa sostenida de crecimiento del PIB más elevada de nuestra historia poniendo fin al atraso estructural y el aislamiento internacional. Esta tasa de media alcanza el 8 por 100 durante los sesenta, sólo superada por la de Japón. Esa década ve el doblaje del PIB español.

Todos los españoles conocen el resto de esta historia de fortuna y la llegada de la monarquía constitucional cuando muere Franco en 1975

Todos los españoles conocen el resto de esta historia de fortuna y la llegada de la monarquía constitucional cuando muere Franco en 1975. Esta bonanza, con sus altibajos y un prolongado gobierno socialista de cuatro legislaturas, se estira hasta la crisis de 2008, que el socialista Zapatero pilota con impericia y conduce al agotamiento del ciclo. Cuando deja el gobierno en 2012, contabiliza un rastro pútrido de cajones de la Administración llenos de facturas, tres millones de parados adicionales, la deuda pública en máximos y el país sembrado de infames leyes sectarias e ideológicas. En diciembre de 2012 el PP toma el relevo con Mariano Rajoy a la cabeza. Se ve forzado  a subir impuestos y relegar la anulación de las indignas leyes de Zapatero al amparo de una mayoría absoluta de récord, 184 diputados. Hasta el 2015 no consigue recuperar la macroeconomía y doblegar la espiral de paro pero sin haber mitigado los efectos de tan deleznables leyes ideológicas, aborto, género, tolerancia independentista o clientelismo insufrible del anterior gobierno. Sus detractores sostienen que no quería perder los votos “robados” de 2012, otros que fue por pereza o por la urgencia de enderezar la economía. El caso es que no revertió ninguna y sólo recurrió la del aborto, que el Constitucional metió en un cajón a pesar de estar en mayoría los miembros conservadores. Tras una elecciones ganadas en minoría en 2016 y no obstante haber logrado apoyos presupuestarios del PNV, Sánchez presenta en 2017 una moción de censura que gana al conseguir la inclusión del PNV entre los votos favor. Rajoy, en lugar de dimitir, lo que habría permitido un nuevo presidente del PP, se ausenta del Congreso durante la votación, se toma varios copazos de whisky de malta, y pierde la moción, dando lugar al primer gobierno provisional de Sánchez, el falso doctor economista plagiario y mentiroso compulsivo que conduce a España hacia un martirio prolongado que en las repetidas elecciones de 2019 acaba en un gobierno de coalición social-comunista con el apoyo decidido de todo el arco independentista del Parlamento, catalanes, vascos, gallegos y canarios, incluso el solitario diputado de Teruel Existe.

La que va del 2020 al 2030, fecha aciaga cuando se supone que seremos felices sin nada, según deseo y tácticas del sionismo dominante

Así se inaugura las nueva década ominosa de los veinte del nuevo siglo, la que va del 2020 al 2030, fecha aciaga cuando se supone que seremos felices sin nada, según deseo y tácticas del sionismo dominante, incrustado en los oligopolios tradicionales de la energía, banca e industria pesada y en los novedosos de la industria digital y del cambio climático.

Las tropelías de Sánchez son tantas que cuesta resumirlas

Empieza el mismo día de su investidura recibiendo al representante del sionismo profundo, el millonario Soros, mensajero de instrucciones del club Bildeberg. Comienza el 2019 y ya antes de finalizar el año atropella al pueblo español, a España misma, con mentira tras mentira, la proliferación de chiringos ideológicos donde coloca a sus fieles, un gobierno Frankenstein de coalición compuesto por 23 miembros, el más caro de la Historia y que se denominó social-comunista, más de un millar de asesores que ni caben en la Moncloa y un presupuesto que sube impuestos y tira de gastos a mansalva y de tapadillo. La economía se resiente y la deuda pública se multiplica. Pero esto era sólo el prefacio, lo peor estaba por llegar.

En 2020 aparece la pandemia del Covid — acrónimo de coronavirus disease —  en un laboratorio de Wuhan, una enfermedad vírica prefabricada y sembrada de preferencia en Occidente. Se suceden concatenadas intervenciones políticas a cual más dictatorial y lesiva para las libertades públicas, la Constitución del 78 y la propia democracia: manifestaciones feministas que producen contagios, dos confinamientos de la población, posteriormente declarados ilegales por los tribunales, la inoculación masiva con fármacos experimentales, pretendidamente vacunas, la obligatoriedad de mascarillas denigrantes e insanas y una pléyade de leyes ideológicas que cada consejo semanal de ministros ha conseguido minar los derechos constitucionales e infectar las instituciones de acólitos. Entre estas destacan la ley del aborto, la trans, la del sí es sí, la de eutanasia o la de bienestar animal, por citar algunas. A no perder de vista la crisis económica continuada y maquillada con manipulaciones estadísticas. Tan sólo en 2020 el PIB se desmoronó en torno al 20 por 100 y la renta per cápita ha caído hasta 2022 por debajo de la alcanzada 20 años atrás y que era de 25.000 euros, situando a la cuarta economía del euro a la cola de la Unión Europea, mereciendo de nuevo el envío de fondos estructurales  La deuda pública supera el 120 por 100 del PIB, en torno a los 1,6 billones de euros, y la inflación alcanza niveles de doble dígito, arrastrada especialmente por los precios de la energía y los productos de primera necesidad. Un panorama desolador de corrupción y engaños. Tampoco es mal menor la colonización sistemática de los poderes del Estado por parte del gobierno: la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, el CIS, los mandos policiales y de la Guardia Civil, el Consejo de Estado, los Cuerpos Especiales de la Administración, Indra…..tan sólo resiste el Consejo Superior del Poder Judicial que ya va para cinco años con el mandato caducado.

En mayo de 2023 el PSOE se pega una costalada electoral en las municipales y autonómicas, dejando en manos del PP hasta 14 gobiernos autonómicos y la mayoría abrumadora de las alcaldías de las capitales de provincia

Pero esto no ha terminado. En mayo de 2023 el PSOE se pega una costalada electoral en las municipales y autonómicas, dejando en manos del PP hasta 14 gobiernos autonómicos y la mayoría abrumadora de las alcaldías de las capitales de provincia. El efecto inmediato es la convocatoria de elecciones generales anticipadas, temporalmente fijadas en pleno periodo de vacaciones estivales, el 23 de julio, un truco ciertamente del prestidigitador inescrupuloso.  Las trampas segunda y tercera se sitúan en el recuento digital en manos de Indra, empresa pública que durante los dos años anteriores ha visto modificada la composición de su Consejo, en el que ahora campan los amigos de Sánchez. La primera de estas ha consistido en un recuento selectivo que empieza por las zonas de izquierdas, lo que permite que el PSOE fuera ganando, luego empatando, durante el breve escrutinio de prodigiosa técnica digital que permite acuñar el resultado en poco más de dos horas. Al dejar para el final Madrid y otros feudos peperos, se consigue que el seguidor del recuento vaya asimilando un mejor resultado socialista. La tercera trampa ya es especulación mía, un tonguito menor en torno al 3-5% que da a la izquierda media docena adicional de electos. Y una irregularidad adicional, la ineficacia acaso buscada por Correos, gobernado por un colega de Sánchez, que deja de computar 300.000 votos. Aún así el PP gana holgadamente las elecciones con 137 diputados, que junto a los 33 del VOX y el solitario de UPN, suma una mayoría de derechas de 171, a falta de 5 para la mayoría absoluta. El bando Frankenstein obtiene los 153 de la coalición social-comunista, mientras que los partidos separatistas pueden añadir, pagando por supuesto, los seis diputados enemigos de España de Bildu, de ERC, cinco, los cinco PNV, la derecha católica vasca, y de la extrema derecha nacionalista catalana de JUNTS, siete. Todos coinciden en que el líder fugado, terrorista y golpista, Puigdemont, tiene la llave de un futuro gobierno progresista con Sánchez a la cabeza. Pagando, por supuesto, insisto. Suman todos juntos 179 diputados. Es curioso que todos los partidos, de uno y otro bando, celebran con jolgorio inusitado el haber ganado las elecciones.

Y el precio ya se venía negociando meses atrás: amnistía, referéndum unilateral de independencia…

Y el precio ya se venía negociando meses atrás: amnistía, referéndum unilateral de independencia, condonación de deudas y ruptura de la caja única de la Seguridad Social, lo que conllevará desgraciadamente la disolución de la unidad nacional y de la constitución del 78.

Tras una investidura fallida del capo pepero, el gallego semi-nacionalista Feijoó, que con el apoyo de canarios se estanca en 172 diputados, a cuatro de la mayoría, el rey llama a Sánchez y comienza la subasta de España. El resto de este vergonzante proceso es de sobra conocido por todos y de rabiosa actualidad. Un nuevo gobierno Frankenstein toma posesión y España se ubica al borde del precipicio. La frase de Bismarck cobra vigencia: de nuevo los españoles intentan destruir su nación.

El PP vocea pero de ahí no pasa, aunque sube en las encuestas torticeras de los medios televisivos y escritos, incluso del colonizado CIS; sólo queda Vox haciendo oposición

Y algunos de esos españoles esperan que no lo consigan, no sé si pacíficamente o recurriendo una vez más al alzamiento y el conflicto civil. El PP vocea pero de ahí no pasa, aunque sube en las encuestas torticeras de los medios televisivos y escritos, incluso del colonizado CIS; sólo queda Vox haciendo oposición, aunque baja en las encuestas. Se le ha excluido de mesas y comisiones, a pesar de que el PP sólo suma una teórica mayoría de gobierno con estos. Ay Don Otto cuanta razón desplegó cuando dijo lo que dijo, si bien la España de ayer no es la de hoy: los españoles se han reblandecido, aborregado y acobardado, perdido su bravura y rebeldía histórica, se entregan impasibles, al parecer, a la destrucción de su nación.

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