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Pedro Sánchez, la amnistía y la vanidad

Pedro Sánchez, la amnistía y la vanidad
Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, dándose un beso en el mural del artista urbano TVBoy, en lBarcelona.

En esta noticia se habla de :

Que Pedro Sánchez tenga afición a la egolatría y una ambición desmedida por el poder, debe enmarcarse en la escala de defectos humanos de cuyas variedades y mimbres pocos nos libramos.

Ahora bien, si el sujeto es el Presidente del Gobierno de España y le saca filo todos los días a las tijeras de esquilar, estamos perdidos, pues no solo le afecta a él o a su familia, deudos y allegados que no nos importaría lo más mínimo, sino que sus decisiones nos afectan a todos y, lo peor, con consecuencias irreparables.

Se habla y se habla de la amnistía (incluso se vota) y llega un punto en que la cuestión se embarulla y ya no sabemos si es carne o pescado o un híbrido a la moda.

Pues bien, resumamos: la amnistía que está en la mente de todos es el más grosero ejercicio de corrupción política y moral, el mayor hachazo a la Constitución del 78 y la retroexcavadora que cava un profundo abismo de desigualdad entre españoles que haya podido concebir un gobernante, quien demuestra así una absoluta falta de decencia y escrúpulos.

Y tan grave es el problema que corre seria amenaza uno de los fundamentos de la democracia, la División de Poderes, al haber socavado el Legislativo y poner en cuestión permanente las atribuciones del Poder Judicial. Solo nos faltaba el “lawfare” importado al circo nacional por la tropa de independentistas.

El argumentario de que la amnistía contribuye a la concordia, a la reconciliación y a la convivencia en Cataluña es un embuste clamoroso para ocultar el verdadero fin que desvergonzadamente persigue, esto es, la obscena compra de siete votos para seguir en la silla curul de la Moncloa.

Esa amnistía es, claro y llano, corrupción sin atenuantes; y lo es por falaz, tramposa e indigna.

A considerar asimismo el atentado que supone la amnistía para la igualdad entre españoles y sus territorios: ¿por qué le tenemos que pagar la fiesta a unos delincuentes que se han disfrazado para un macabro y peligroso carnaval y ahora nos piden que nos arrodillemos, alabemos sus atuendos y les abonemos los gastos de la música y sus fanfarrias?

¿Qué clase de Estado es éste que se inmola ante la intentona golpista en Cataluña en octubre de 2017, y ahora quiere borrar aquellos deleznables delitos y premiar a los insurrectos con la amnistía, y además con la condonación de la deuda, exenciones fiscales, con la probable autodeterminación y con una larga lista de ventajas y prebendas e indemnizaciones? ¿Qué significa este atropello que hace saltar la Ley por los aires? ¿Por qué la gente calla con el silencio de los corderos?

Todas estas cuestiones se especifican con todo lujo de detalles en una breve crónica titulada “EL CAIMÁN IIª PARTE – LA AMNISTÍA”, escrita por Vicente Valero-Costa y publicada por la editorial Caligrama (ediciones.cc), de reciente aparición en el mercado.

No tiene desperdicio. Si tienen oportunidad, léanlo, no se lo pierdan, pues plasma con nitidez cómo la ambición y la egolatría de un gobernante sin ética y sin escrúpulos puede poner al Estado en jaque, sacar a subasta nuestro patrimonio común, amenazar los fundamentos jurídicos, coquetear con la autocracia e incluso arriesgar la pervivencia de Corona. Malos tiempos…, peores augurios.

“El respeto a la Ley no es una opción, es una obligación”. Hoy la Ley se modifica si es necesario para adaptarla a intereses personales.

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