Algunos psiquiatras y asociaciones como la Asociación Española de Neuropsiquiatría A.E.N se quejaron de lo insalubre de los grandes manicomios hasta que se cerraron o transformaron por su propio peso y por el propio devenir de la historia.
Ahora bien, aquellos psiquiatras “críticos”, funcionarios ellos y con la vida resuelta que siempre citaban a Foucault, no tuvieron tan claro qué hacer con los enfermos mentales graves una vez realizada aquella “deconstrucción” de los manicomios.
A grandes rasgos, -se pusieron las medallas-, aunque por tardar, tardaron incluso en plantear la psiquiatría comunitaria como alternativa. Resulta que no había dinero ni recursos, ¡pero claro!, eso lo tenían que haber pensado antes… Lo cierto es que fueron las familias las que soportaron el drama de mantener en casa a los enfermos graves. Familias que por cierto, siempre fueron ignoradas en la clínica.
La “psiquiatría crítica” ahora cita mucho a Whitaker, y como es previsible critican mucho. Afortunadamente para ellos siempre ha sido más fácil criticar que crear.
En épocas de crisis -como la epidemia de la heroína- nadie discutirá que los psiquiatras tampoco estuvieron a la altura.
Apenas una mirada fugaz, vemos que llevan décadas echando la culpa al Estado (aunque como funcionarios, el Estado son ellos), a las farmacéuticas, y de paso critican todo lo español como González Duro, faltaría más. La suficiencia hace que la culpa siempre sea siempre de otros. Y por cierto, salvo honrosas excepciones siempre caen en el dogmatismo crítico.
Tras declarar a bombo y platillo en los 90 que tenían medicamentos extraordinarios para curarlo todo, vimos de forma inquietante, décadas después, que ocurrió todo lo contrario, los pacientes se multiplicaron.
Cosas de la vida, hoy son los Médicos de Atención Primaria los que en su gran mayoría recetan medicación psiquiátrica, no son ni los psiquiatras…
Por un lado, el neoliberalismo nos ha llenado de diagnósticos y las industrias farmacéuticas forman “en parte” a los clínicos en talleres y congresos subvencionados, y por otro lado, el progresismo siempre tiene como única solución que sea el Estado quien deba aumentar el gasto en Salud Mental.
Paradójicamente, ese progresismo hace el juego al aumento de pacientes provocado por el modelo neoliberal donde los psiquiatras biologicistas trabajan tranquilos. Es la tormenta perfecta.