La Unión Europea (UE) ha decidido responder con firmeza a la escalada de aranceles del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La Comisión Europea ha anunciado que llevará ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) los aranceles generalizados impuestos por la administración de Donald Trump a las importaciones extranjeras, incluidas las europeas. Esta decisión se acompaña de una nueva propuesta de represalias comerciales que podrían alcanzar los 100.000 millones de euros si fracasan las negociaciones bilaterales.
Aunque Bruselas mantiene como prioridad evitar una guerra comercial abierta, la falta de avances concretos con Washington ha llevado a la Comisión a activar medidas alternativas. La primera tanda de represalias europeas, aprobada anteriormente, fue suspendida en abril por un periodo de 90 días para favorecer el diálogo. Sin embargo, ante la posibilidad de que las conversaciones no fructifiquen, la UE ha elaborado una segunda ronda de contramedidas.
Estas nuevas sanciones comerciales buscan equilibrar el impacto económico sufrido por los Estados miembros a raíz de los aranceles estadounidenses. La vicepresidenta ejecutiva de la Comisión, encargada de Comercio, ha subrayado que la UE está preparada para defender sus intereses económicos y actuar con proporcionalidad y legalidad ante los aranceles establecidos por Trump.
Un nuevo paquete de aranceles: sectores industriales y agrícolas en el punto de mira
La propuesta incluye la imposición de nuevos aranceles a una amplia lista de productos estadounidenses, por un valor total de 95.000 millones de euros. Esta lista abarca sectores clave de la economía norteamericana, desde bienes industriales hasta productos agrícolas.
Además, se contemplan posibles restricciones a las exportaciones europeas de chatarra y productos químicos por valor de 4.400 millones de euros, lo que ampliaría el efecto de las represalias, elevando la cifra global hasta los 100.000 millones.
Los aranceles de Estados Unidos que han motivado esta reacción europea son del 20% a todas las importaciones de origen europeo —temporalmente rebajados al 10%—, y un 25% sobre los coches y componentes de automoción fabricados en la UE. Bruselas considera que estas medidas violan las normas de la OMC, y por ello ha decidido llevar el caso al organismo internacional.
El objetivo es que la OMC dictamine si las prácticas estadounidenses son contrarias al libre comercio y al principio de no discriminación entre socios comerciales, pilares del sistema multilateral.
Los servicios digitales, todavía fuera del conflicto
Por ahora, los servicios digitales no han sido incluidos entre los sectores afectados por las represalias, aunque la Comisión no descarta incorporarlos en futuras fases si la tensión comercial se mantiene o se agrava.
Con esta actuación, la UE lanza un mensaje claro: está dispuesta a defender sus intereses comerciales y estratégicos ante lo que considera una agresión injustificada. La decisión de acudir a la OMC refuerza su apuesta por un orden internacional basado en reglas, en contraposición al unilateralismo que ha marcado la política comercial de Estados Unidos bajo la administración Trump.